¿Se han convertido las oposiciones de Educación en un arma política?
El pasado martes 7 de febrero, el Gobierno anunció que cambiaba el temario a las oposiciones de Educación, a cuatro meses del examen. La noticia funcionó como una bomba de relojería entre los aspirantes a profesores y maestros que se descubrieron, con impotencia, en mitad de un campo de batalla, como infantería de una guerra entre dos bandos que parecen haber olvidado que un peón bien llevado puede terminar siendo reina.
Los opositores afectados consideran que el nuevo temario no es una mera reestructuración, hablan de un cambio profundo en epígrafes, tipo de contenido y orden que les obliga a iniciar de nuevo el proceso de estudio. El cambio, además, implica la pérdida de 400 euros si el opositor compró el temario. Esa, sin embargo, es la opción menos probable. La inmensa mayoría pagan una mensualidad que ronda los 200 euros a las academias de preparación, encargadas de suministrarles el temario en pequeñas dosis. Así, teniendo en cuenta que la temporada de estudio arrancó en septiembre, cada alumno habría "perdido" 1.200 euros.
No obstante, no todos los opositores mostraron su desagrado ante la noticia. Un nutrido grupo de estudiantes, menos ruidoso tal vez, que llevan más de un año preparando el examen, adoptó el retorno a los temarios antiguos con alegría, ya que era lo que, hasta diciembre, habían estudiado. En esta línea, el PP aseguró que los "nuevos viejos" temarios devolvían la estabilidad a los opositores, llegando el propio ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, consideró que "los temarios derogados eran muy malos".
Mientras, PSOE, academias y editoriales del sector criticaban con dureza el cambio de temario.
Pese a que ambos bandos insisten en que no se trata de una guerra electoral, los afectados y la propia opinión pública ven un evidente conflicto de intereses que está desetabilizando la paciencia de los opositores. Vía: El Ideal. Granada
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